
La semana pasada expertos del IGAC empezaron a recorrer el archipiélago
para realizar los mapas de coberturas vegetales y de las áreas homogéneas
a escala detallada.
24 de febrero de 2014. Aunque la isla de San Andrés cuenta con 2.700
hectáreas, tan solo una tercera parte, ubicada en la parte baja, cuenta con suelos
aptos para la agricultura. El resto de su territorio está ocupado por viviendas, vías,
comercio y hoteles.
Sin embargo, los isleños se las han ingeniado para aprovechar los suelos aptos
para cultivar productos como yuca, plátano, caña, melón, patilla y batata, pero sin
cumplir con ninguna técnica de siembra que no ponga en riesgo la sostenibilidad
del suelo de la isla en el futuro.
La “agricultura artesanal” de los campesinos de la isla empieza con escoger un
parche de arbustos (que no superan los 10 metros de alto), los cuales son
retirados retiran hasta dejar el terreno “pelado”; en algunos casos queman la
vegetación antes de la siembra.
Cuando el terreno ya no tiene indicios de verde y su tierra se pinta de un color
rojizo, estos agricultores instalan varios montículos de tierra en el parche, en
donde plantan las semillas; finalmente, para bajarle la acidez al suelo, utilizan
gallinaza como fertilizante.
Culminada la cosecha abandonan el parche y empiezan a buscar otra zona verde
para continuar con su agricultura artesanal. En menos de un año, el parche vuelve
a regenerarse, pero poco a poco su suelo va perdiendo calidad.
Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, que desde la semana psada
empezó a realizar el levantamiento de la información de los suelos y la vegetación
de todo el archipiélago, incluidas Providencia y Santa Catalina, este tipo de
actividades generará que en algunos años los suelos ya no sean aptos para
ningún tipo de cultivo.
“Esta agricultura no está tecnificada, ya que no cuenta con ningún patrón de
siembra. Los campesinos utilizan cualquier terreno que consideren viable y luego
lo abandonan, sin realizar ningún tipo de tratamiento. Esto le quita características
físicas, químicas y biológicas al suelo, que en el futuro no se podrán recuperar”,
manifestó Juan Antonio Nieto Escalante, director general del IGAC.
Durante el primer semestre de este año, expertos del IGAC trabajarán en el
estudio de suelos del archipiélago, el cual arrojará información para elaborar los
mapas de coberturas y de áreas homogéneas a una escala detallada de 1:5.000,
que a su vez servirán de insumos para el ordenamiento territorial.
Baja profundidad, la razón de los montículos
Luego de analizar varios puntos en la zona baja de San Andrés, expertos del
IGAC identificaron que después de 20 centímetros de profundidad su suelo se
vuelve coralino, que por estar tan compactado y duro no puede ser traspasado ni
por una pica, mucho menos por la raíz de un árbol.
Por esta razón, los campesinos concluyeron que para poder cultivar tenían que
ingeniárselas. Así fue como empezaron a hacer pequeños montículos de tierra
para sembrar productos como la yuca.
Este hallazgo también explica la mayoría de la vegetación de San Andrés, que
solo cuenta con arbustos de porte más bien bajo y con palmas, las cuales a pesar
alcanzar alturas de hasta 15 metros, cuentan con raíces cortas y delgadas que se
extienden como un penacho.
Uno de los isleños de la zona baja de San Andrés, que se dedica al cultivo de
Yuca, aseguró que cosecha entre 3 y 4 veces al año, y que su negocio es tan
rentable que siempre vende todo el producido a importantes cadenas hoteleras de
la isla; tan solo en su última cosecha alcanzó a producir 4.000 libras de yuca.
Suelo isleño de buena calidad
Las muestras realizadas esta semana por el IGAC indicaron que los suelos de San
Andrés son de buena calidad, razón por la cual pueden sembrar a pesar de la
poca profundidad y sin la necesidad de aplicar fertilizantes químicos.
Pero los campesinos de la zona indicaron que algunos productos, como la papaya,
no pudieron ser sembrados, según ellos porque el suelo tiene demasiado potasio.
La agricultura en San Andrés solo se presenta en su parte baja, ya que cuenta con
pocas viviendas, territorios tupidos con bosques de arbustos y una pendiente baja
(que no supera los 3 grados).
La parte media es una montaña de aproximadamente 280 metros sobre el nivel
del mar. En la parte superior está la zona turística, hotelera, comercial y
residencial de San Andrés, donde la vegetación es casi nula.
“Los agricultores de San Andrés son pieza clave para el levantamiento de suelos
que estamos realizando, ya que son ellos los que conocen el territorio y las
tradiciones agrícolas que se han desarrollado en la isla. Por esta razón
contratamos a dos isleños para que guíen a los expertos del IGAC durante este
semestre”, puntualizó Nieto Escalante.